Docentes BUAP inspiran vocaciones

Las voces universitarias que reconocen la labor e influencia de sus profesores del nivel medio superior

Abrir la mente de los estudiantes y encaminar sus inquietudes hacia una vocación científica es parte del trabajo que realizan los docentes. Sobre sus hombros pesan decisiones de vida que determinan en cierta medida el futuro de un entorno, una ciudad, un país.

Y aunque no todos los alumnos se dedican a la academia, sí se puede trabajar en ellos la comprensión matemática, la observación de la física, la habilidad del lenguaje, entre otras destrezas que faciliten su desarrollo, entendimiento del entorno y sobre todo el establecimiento de relaciones basadas en la lógica y el razonamiento.

Esta tarea es un engranaje fundamental entre la formación media superior y superior; historias de cómo influyen los profesores en las vocaciones científicas, incluso personales, son comunes a pesar de que la decisión final la tiene el estudiante. No se puede negar que un buen profesor de Matemáticas, Física, Química u otra disciplina puede ser determinante en el camino de un futuro científico. Esta es la voz de los que son y fueron estudiantes.

El consejo que motivó la mejor decisión

La doctora Karla Rubio Nava, egresada de la BUAP, primera científica mexicana en obtener el Premio Von Behring-Röntgen Young Talent Award – creado en honor a los Nobel de Física, Wilhelm Röntgen y Emil Adolf von Behring–, recuerda sin escatimar su agradecimiento, cómo su profesora de la preparatoria Emiliano Zapata cambió el rumbo de su vida.

“Mi profesora de Psicología, la maestra Guillermina Pérez (quien sería poco después directora), podía leer la mayoría de las preguntas que cruzaban por nuestras mentes como estudiantes, pero no sólo eso, era profesora y amiga. En nuestro tercer año de estudios preparatorianos nos aplicó un examen de orientación vocacional y cuando me reveló muy emocionada mi resultado, dijo que iba para Médico Cirujano. De inmediato notó mi descontento, pues yo no creía contar con ese perfil”.

La destacada científica recuerda que le dijo a su profesora que a ella sí le interesaba el estudio del cuerpo humano, pero enfocado en sus procesos a nivel molecular. Su inquietud se encaminaba hacia la academia y la investigación, no precisamente hacia el contacto con los pacientes, algo que no comprendió en un primer momento su profesora, pero que serviría para que replanteara cómo orientarla en sus intereses.

“Al día siguiente llegó con más entusiasmo que el día anterior y me extendió dos trípticos de la oferta educativa BUAP, uno de ellos era de Biomedicina, donde venía el mapa curricular, perfil de ingreso y egreso, la descripción del enfoque profesional de un biomédico, desde los experimentos del laboratorio a través de modelos animales, hasta nuevos blancos terapéuticos e innovación en tecnologías para la salud. Además, me sugirió visitar las instalaciones de la facultad y hablar con algunos alumnos ya registrados. Fue sin duda, el consejo que motivó la mejor decisión de mi vida”.

A la profesora “Guille”, como la llama cariñosamente, la recuerda como alguien que sabía escuchar, identificar el problema, canalizar desde su área, pero también inspirar con mucha pasión la proactividad en el aprendizaje.

“Más que maestra, tutora. Y ello resulta en educación de excelencia, por todas las historias de éxito que conozco en mis compañeros de generación. Mi gran admiración a todos los profesores, como la maestra Guille”.

El reto es vencer nuestras propias barreras

Para el doctor en Electrónica de la BUAP, Sergio Vergara Limón, el razonamiento matemático facilita un uso eficaz del lenguaje, pues a su juicio las matemáticas y la física son una representación natural de las cosas.

“Todos podemos soñar con crear cosas. Algunos deciden llevar a la práctica estos sueños, pero puede ser que te enfrentes a los mitos que rodean las ciencias exactas, a pesar de que son ciencias totalmente generosas”.

Sin embargo, en su camino hacia la ciencia, el doctor Vergara Limón enfrentó sus propias barreras, como aquellas que dictan que las ciencias exactas son difíciles y que desde niño escuchó y generaron en él cierta reticencia.

“Lo vi conmigo y con mis compañeros en el primer semestre de la licenciatura. Había un bloqueo tremendo, afortunadamente tuve al maestro Jesús García Ortiz, él tiene una facilidad de transmitir el conocimiento y usa las matemáticas de forma tan natural y amena, a través de gráficos y esquemas muy sencillos. Con él me empecé a desbloquear y fui aprendiendo a generar ecuaciones basándome en problemas, caí en la cuenta de que se trataba de un mito que limitaba mis aspiraciones y que impide a gente talentosa desarrollarse en áreas científicas. Entonces eso es realmente lo complicado, más que vencer las matemáticas, el reto es vencer las barreras que uno mismo se impone, por eso el papel del profesor es fundamental”.

Me hizo amar la Física

Samantha Pérez Díaz, egresada del doctorado en Ciencias del IFUAP, es otro ejemplo. Ella enfrentó durante su formación básica a las Matemáticas no como un problema, sino como un reto; con el tiempo, su mente creativa y su inclinación por el arte la hizo orientarse por la Arquitectura, una carrera que quedó lejos de sus planes cuando conoció la Física desde la mirada del profesor José Siddhartha García Sánchez, de la preparatoria 2 de Octubre.

“Mi primer acercamiento con la Física no fue bueno, estaba en la secundaria y en pocas palabras la odiaba, pero cuando estaba en la preparatoria tuve un maestro que me cambió el panorama y me hizo amarla, entonces tomé un curso extra de Física básica y me llamó mucho la atención”.

Para Samantha Pérez el rechazo que se le pueda tener a una ciencia parte del hecho de no comprenderla. Recuerda que en sus exámenes de Física le iba mal porque no le entendía y por eso trataba de alejarse lo más posible. Ahora reconoce que es una ciencia que se puede amar si la explican adecuadamente y saben acercarla al alumno.

Cuestión de constancia y no de genios

Kenya Meza estudió en el Bachillerato 5 de Mayo y hoy se prepara porque aspira a ingresar a la Facultad de Medicina; sin embargo, su decisión de elegir el área de la salud no tiene nada que ver con la experiencia que tiene con las ciencias exactas, ya que su profesor René Posadas Hernández le enseñó que las matemáticas no son sólo para los genios y que con constancia cualquiera puede ser bueno.

“Nos enseñó que ser buenos en las matemáticas era más bien una cuestión de constancia y que todos empezamos desde un punto y no necesariamente tenemos que ser genios para entenderlas. En general todo mi grupo opinaba lo mismo de él, reconocían que era muy buen maestro. Nos gustaba que algunas clases eran al aire libre y siempre nos hacía participar mucho porque trataba de que nadie se quedara rezagado”.

Kenya Meza recuerda a todos sus profesores con cariño y respeto, pues reconoce que han tenido un gran impacto en su formación, como René Posadas, de quien dijo, impulsó a algunos de sus compañeros a inclinarse por las ingenierías y ciencias exactas.

“Influía mucho la actitud que tenía para enseñarnos, es muy empático y si se nos complicaba algún ejercicio o concepto se regresaba y adaptaba al ritmo de los estudiantes, eso ayudó para que entendiéramos fácilmente. Y aunque voy a aplicar para el área de la salud, al menos tengo una buena experiencia de lo que fueron las matemáticas durante la preparatoria, mi perspectiva de verlas cambió mucho”.

Mi verdadera vocación

Orlando Cabrera González es estudiante de sexto semestre en Ingeniería Ambiental en la BUAP, institución de la que también fue alumno en la preparatoria Lázaro Cárdenas, ahí conoció al profesor Cruz Raúl Márquez Aguilar, quien además es fundador del laboratorio de Química en esa unidad académica, donde muchas generaciones de estudiantes lo han tenido como docente.

Al terminar la preparatoria, Orlando Cabrera elegiría Mercadotecnia como carrera y tras enfrentar un proceso de admisión se inscribió en la BUAP para cursar lo que él creía era su profesión en la vida.

Sin embargo, tras un año de clases supo que eso no era lo que buscaba, aún sin la certeza de saber qué era lo correcto y temiendo la reacción de sus padres, recordó las clases de Química del profesor de la prepa, Cruz Raúl Márquez. Esto, aunado con la convivencia con otros universitarios, le permitió redireccionar su vocación y ahora la Ingeniería Ambiental es ya una realidad para él y sus aspiraciones como profesionista, no sin antes reconocer que el profesor que lo inspiró con sus clases determinó su verdadera vocación.

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