Dotar a un pueblo de un pasado común y fundar en ese origen remoto una identidad colectiva, es quizá la más antigua y constante función de la historia; se inventó hace mucho tiempo y sigue vigente hoy, expresó Enrique Florescano, Investigador Emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), en el marco del foro “Retos y perspectivas de las humanidades en México”, organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP.
Al presentar su conferencia magistral “La función social de la historia”, el doctor Florescano Mayet aseguró que hasta el momento no hay otra manera mejor para adentrarse en la complejidad de la existencia humana que la Historia, inventada en los albores de la civilización.
El investigador, galardonado con premios internacionales como las Palmas Académicas y el nombramiento de Caballero de L´ordre National du Mérite del gobierno francés o la Beca Guggenheim, remarcó además que una respuesta adecuada sobre el sentido y los propósitos de la narración histórica debería incluir las interpretaciones del pasado hechas por los marginados, para así hablar, si no de una inalcanzable historia total, al menos de una plural, más representativa de la diversidad social que constituye a las naciones.
“La costumbre de leer la historia de un país a través de lo que hoy llamamos historia nacional, nos ha hecho olvidar que detrás de la historia escrita por los vencedores permanecen latentes las versiones de los grupos marginados y oprimidos, incluso, la versión de los derrotados”.
El autor de Memoria mexicana, ensayos sobre la reconstrucción del pasado, Imágenes de la patria a través de los siglos, y La función social de la historia, mencionó que a través del largo aprendizaje del oficio de historiador se van descubriendo las cambiantes funciones de la Historia, entre ellas, el relato histórico como discurso de identidad.
“Las funciones de la historia han sido variadas; también observamos que buena parte de esas tareas se concentraron en dotar a los grupos de identidad, cohesión y sentido colectivo. Al tender un puente entre el pasado distante y el presente incierto, el relato del historiador establece una relación de parentesco con los antepasados próximos y lejanos y un sentimiento de continuidad en el interior del grupo, del pueblo o la nación”.
Enrique Florescano abundó que pese a ser un camino difícil, donde confluyen formas de vida distintas, atadas por influencias de diversos medios culturales y naturales, el oficio de historiador es indispensable para explicar el pasado y el futuro.
“El oficio de historiador exige además una disposición para el asombro, una apertura para lo diferente y una práctica de la tolerancia, requiere la humildad y la apertura de la mente, dos cualidades que se ha dicho son indispensables para la comprensión histórica”, concluyó.