La mayoría de las ocasiones el inicio de la práctica del ejercicio se limita con un: “salga a caminar 15 minutos diarios”, dejando a un lado la propuesta de los objetivos específicos del entrenamiento. Actualmente se ha comprobado que particularmente el ejercicio de fuerza ejerce un estímulo mas positivo que el ejercicio de resistencia, provocando un beneficio sobre el sistema cardiovascular. La mejora de la fuerza muscular dosificada con ejercicios progresivos de carga tiene un mayor impacto sobre la salud funcional.
En el ámbito saludable se reconoce la importancia de conservar ciertos niveles de fuerza muscular para evitar que aparezcan problemas como dolores de espalda, osteoporosis y la imposibilidad de realizar actividades diarias (caminar de manera independiente, aseo personal o simplemente levantarse de una silla). El ejemplo clásico del ejercicio de fuerza es lo que vemos en los gimnasios, sin embargo, ya se ha escuchado el ejercicio funcional, el dominio del propio peso corporal (calistenia), entre otros.
El entrenamiento de fuerza no produce un gasto energético significativo, si lo comparamos con el ejercicio de resistencia, sin embargo, si incrementa un gasto calórico. La práctica de alta intensidad de la fuerza presenta mejores adaptaciones, como el aumento de la masa muscular, el equilibrio y la resistencia cardiovascular.
Cuando se habla de la fuerza no solo se entrenan los músculos, sino también se estimula la conexión entre el sistema nervioso y el músculo. Una de las ventajas es mejorar la funcionalidad del sistema motor (sistema de movimiento) así causando eficacia en las actividades de la vida diaria. Activar y llevar a un nivel óptimo de fuerza a los músculos más grandes y potentes de la espalda, evitando sobrecargas que pueden originar dolor, o también entrenar a cada fibra muscular especializada para mejorar la velocidad de reacción, potencializar reflejos y sobre todo retardar la aparición de fatiga. Otro ejemplo por mencionar es cuando el ejercicio de fuerza causa mayor demanda de consumo de oxígeno, y sobre todo a intensidades altas del ejercicio, por lo tanto, el sistema cardiovascular se ve comprometido a abastecer las necesidades del músculo originando una mejora del sistema cardiovascular.
El Colegio Americano de Medicina Deportiva (ACSM por sus siglas en inglés) recomienda la realización de ejercicio de fuerza, pues es una practica segura y eficaz en cualquier población, incluso entre las personas que sufren enfermedades metabólicas, como la diabetes, ya que el músculo no sólo es una estructura que produce fuerza o movimiento, también forma parte de una regulación del sistema endocrino, por lo tanto, se sugiere tener un óptimo porcentaje de masa muscular preservando el equilibrio de los sistemas involucrados en la regulación del metabolismo.
Finalmente el ejercicio de fuerza puede alcanzar adaptaciones al sistema psico-biológico que es prácticamente imposible de obtener por medio de un fármaco o la misma alimentación.