El problema se llama Max

Se acabaron las vacaciones en la Fórmula 1 y previo al reinicio de actividades con el Gran Premio de Bélgica, el piloto mexicano Checo Pérez declaró que el campeonato de pilotos aún no estaba resuelto y que no descartaba todavía la posibilidad de pelear por el mismo. Se aplauden las aspiraciones que tiene el piloto de Guadalajara, así como su mentalidad de nunca rendirse; sin embargo, después de lo visto en el circuito de Spa, dudo que alguien dude sobre quién será el campeón mundial en esta temporada.
Todos los pilotos que están en la Fórmula 1 aspiran a ganar carreras, pero es claro que no todos tienen las mismas posibilidades reales de hacerlo. Pilotos que compiten fuera de los dos equipos contendientes también sueñan con ganar, sin embargo, sus aspiraciones reales son otras. En esas circunstancias, el obtener un podium o sumar puntos importantes al final de una carrera se traduce en resultados satisfactorios, nada más.
Sin embargo, el hecho de competir en un equipo contendiente al campeonato, y tener de compañero a un piloto de la talla de Max Verstappen puede rayar en lo desolador. Ejemplos como este hemos visto muchos en la historia de la máxima categoría y en este espacio quiero recordar solo algunos de ellos.
Cuenta en una entrevista el piloto austriaco Gerhard Berger, el trauma que le duró sobreponerse al inicio de la temporada 1991 de Fórmula en donde su entonces compañero Ayrton Senna venía de ser campeón el año anterior. La definición polémica del campeonato de 1990 en el segundo accidente en años consecutivos entre Prost y Senna, llevó al brasileño a alejarse de la Fórmula 1 durante gran parte de aquel invierno. Eran tiempo de mucha tensión y política alrededor de la relación entre Prost y Senna, quienes eran las grandes figuras de la época.
Platica Berger en esa entrevista, que durante aquel invierno fue él quien se encargó del desarrollo técnico del nuevo McLaren para la temporada 1991 para encarar su segunda temporada con el equipo inglés. Tras recorrer muchos kilómetros en los entrenamientos de pretemporada, llegó a la primera carrera del año con mayor conocimiento del auto, del que tenía Senna, por lo que él esperaba andar mejor que Ayrton, al menos en la primera carrera de la temporada. La ilusión de Berger duró menos que el desencanto que le provocó ver como el brasileño llegó para hacerse de la primera pole y la victoria en la primera carrera del año con mucho menor conocimiento del auto.
Sobra decir el dominio que Senna tuvo sobre Berger durante todo el año, lo que finalizó en una relación de 96 puntos contra 43 del austriaco. Berger sabía de sus verdaderos alcances a pesar de generar buenas expectativas en su paso por Ferrari. Su relación de amistad con Senna siempre fue buena por lo que el piloto austriaco siempre pareció resignado.  Senna la sabía, y en un buen gesto optó por dejarse pasar por Berger en los últimos metros del Gran Premio de Japón y regalarle la victoria.  Un segundo lugar le bastó a Ayrton para asegurar su tercer y último campeonato mundial.
Y ese es solo un ejemplo de lo que implica correr al lado de pilotos que son considerados fuera de serie. A ningún piloto le gusta ser exhibido por su propio compañero cuando “en teoría” compiten con autos idénticos. Saber si eso es verdad, viéndolo desde fuera, es algo imposible de saber.
¿Se acuerdan del “Fernando is faster than you”? Aquel famoso mensaje por la radio del equipo Ferrari a Felipe Massa para indicarle que era su compañero Fernando Alonso quien tenía que estar por delante. La inconformidad y molestia era más que notoria en Massa tras ser considerado piloto número dos en el equipo italiano ante el indudable talento del piloto español.
En los años 90´s el brasileño Rubens Barrichello, a quienes muchos calificaban como el sucesor de Senna, vio terminadas sus aspiraciones cuando tuvo de compañero a Michael Schumacher en Ferrari. Otro piloto superdotado que siempre tuvo en la sombra a Rubens. Schumacher siempre fue dominante sobre sus compañeros de equipos y sus números en la historia respaldan lo dicho. Barrichello no tuvo más que conformarse con ser segundo y aspirar a ganar una que otra carrera cuando la suerte no le sonreía al multi campeón.
Otro de los pilotos que padeció una situación similar fue Valtteri Bottas cuando llegó a ser compañero de Hamilton en el equipo Mercedes. El finlandés nunca tuvo la oportunidad, o quizá tampoco pudo, de competir en las mismas circunstancias dentro de un equipo que trabajaba alrededor del múltiple campeón. El desgaste mental de Bottas por competir al lado de Hamilton fue tal, que hoy se le ve más cómodo compitiendo en un equipo como Alfa Romeo que apenas aspira a sumar algunos puntos.
Historias como estas hay muchas en la Fórmula 1, y quizá la de Checo Pérez en Red Bull pueda comenzar a tomar tintes parecidos. Checo tuvo una gran oportunidad de llegar a Red Bull y resulta obvio entender que no podía dejarla ir. Era la oportunidad que siempre buscó desde que llegó en 2011 a la Fórmula 1. El asiento de Checo es uno de los lugares mas cotizados y que muchos pilotos quisieran tener. sin duda. Recuerdo leer en redes sociales tras la noticia de Checo a Red Bull a finales del 2020, que alguien comentó que su llegada a Red Bull además de ser una gran oportunidad, al mismo tiempo era como sacarse la rifa del tigre. Nada más cierto que eso, pues esa gran oportunidad de correr en un equipo top es del mismo tamaño del desgaste mental que puede provocar estar sentado al lado de un piloto como Max.
Lo que Checo Pérez ha logrado hasta hoy en la Fórmula 1 es ya histórico para el automovilismo mexicano y no pretendo poner en tela de juicio su talento como piloto. Sin embargo, y opinando desde el sillón, me resulta difícil comprender cómo es que Verstappen aún estrenando motor, pudo marcar tanta diferencia respecto al mexicano en Bélgica. Por las declaraciones de Pérez al final de la carrera en las que asegura que esperaba más y en el que cuestiona a su propio equipo sobre la diferencia de rendimiento de ambos coches, queda claro que a él también le resulta complicado de entender y la situación no le resulta del todo agradable.
Seguro estoy de que Checo Pérez no está conforme solo con ser un excelente compañero de equipo y que en sus intenciones naturales como piloto está aspirar a lo más alto. El problema se llama Max Verstappen y está sentado justo en el garaje de al lado.
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