
Hay atletas que corren para ganar, y otros —muy pocos— que corren para cambiar la historia. Eliud Kipchoge pertenece a esa minoría que no solo desafía los cronómetros, sino la idea misma de lo que un cuerpo humano puede lograr.
Nacido el 5 de noviembre de 1984 en Kapsisiywa, una pequeña aldea en el valle del Rift keniano, creció entre caminos de tierra y montañas.
A sus 41 años, Kipchoge se despide del alto rendimiento con la serenidad de quien ya conquistó todo, incluso lo imposible.
Empezó a correr siendo un adolescente. No lo hizo por fama ni dinero: lo hacía como parte de su vida cotidiana, corriendo a la escuela o ayudando en casa. Su primer gran maestro fue Patrick Sang, un medallista olímpico que vio en él no solo talento, sino una disciplina casi monástica. Así comenzó una historia que lo llevaría del anonimato rural a los estadios del mundo.
En la pista, Kipchoge brilló en los 5.000 metros, con marcas cercanas a los 12:46 minutos, pero su verdadera esencia apareció cuando dio el salto a los 42 kilómetros del maratón.
En 2013, debutó en Hamburgo, donde ganó su primera carrera con un tiempo de 2:05:30.
Desde entonces, cada paso fue una lección de consistencia y humildad.
Su obra maestra llegó en el Maratón de Berlín de 2022, cuando paró el reloj en 2:01:09, su mejor tiempo oficial y récord mundial. Tres años antes, en 2019, había hecho historia en Viena al correr 1:59:40 en el proyecto INEOS 1:59 Challenge —una hazaña no homologada, pero simbólicamente trascendental: el primer ser humano en cubrir la distancia en menos de dos horas.
Detrás de esa proeza hubo ciencia, estrategia y comunidad. Kipchoge entrena en Kaptagat, Kenia, a 2,400 metros de altitud, rodeado de atletas de élite y un equipo que comparte cada rutina, cada comida, cada silencio. Sus días inician antes del amanecer, sin lujos ni distracciones.
En su mundo, el descanso es sagrado, la humildad es una regla, y la tecnología —como los innovadores tenis Nike Alphafly— es solo una herramienta al servicio de la mente.
“El 90 % del maratón es mental”, ha dicho. “Solo los disciplinados son libres.
”En términos de ritmo, sus parciales en los mejores maratones son casi inhumanos:• 5 km ≈ 14 min 15 s• 10 km ≈ 28 min 30 s• 15 km ≈ 43 min• 20 km ≈ 57 min 15 s• Media maratón ≈ 1:00:00• Y al final, los 42.195 km en 2 horas y 1 minuto, manteniendo un paso de 2:52 por kilómetro.
Pocos comprenden lo que significa sostener ese ritmo durante dos horas sin rendirse, sin desviarse ni un segundo del objetivo. Esa capacidad mental lo ha hecho un referente universal. Kipchoge siempre habla de equilibrio, de respeto al cuerpo, de vivir con propósito.
Este 2025, todo indica que su último maratón fue el de Nueva York, donde completó la prueba en 2:14:36. No fue su mejor marca, pero sí su despedida simbólica del circuito mayor.
A los 41 años, ha insinuado que es momento de cerrar el ciclo competitivo, sin dejar de correr: “Ya no tengo nada que probar. Sigo corriendo porque me hace libre.”Su legado va más allá de las medallas o los récords. Representa la filosofía del movimiento consciente, el poder del hábito, la importancia del equipo y la fe en el proceso. Su mensaje trasciende el atletismo: “No human is limited.”
Ningún ser humano está limitado.Quizá Kipchoge no se retiró del todo; solo cambió de rumbo. Seguirá corriendo, pero ahora lo hace por todos nosotros, para recordarnos que los límites no están en las piernas, sino en la mente.