Era el año 2007 cuando la Serie Champ Car agonizaba luego de tener tremendas temporadas de auge hacia finales de los 90’s y la década de los 2000.
A ese año quiero remontarme en las líneas que escribo hoy, para contarles una historia en la que, sin esperarlo, me tocó ser juez para calificar los diseños de los autos de aquella temporada en un concurso que organizaba la marca de pinturas Sherwin Williams, con la que se daba color a los autos en ese entonces.
Pero antes un poco de contexto.
Años atrás, con la llegada de Adrián Fernández a la serie Indy Car en 1993 en combinación con la desaparición del Gran Premio de México de Fórmula 1 en 1992, la afición del automovilismo en nuestro país comenzó a voltear con mayor detenimiento a ver lo que sucedía en el serial estadounidense. Una categoría exitosa con mucha historia en Estados Unidos en la que pilotos como Mario Andretti, Rick Mears, Bobby Rahal, Al Unser y Al Unser Jr., entre muchos mas, se inmortalizaron.
En 1993, con la llegada de Nigel Mansell que venía de ser campeón en la Fórmula 1, y en los años siguientes con la llegada de Alex Zanardi y el surgimiento en esa década de otros pilotos como el canadiense Jaques Villeneuve, hijo del legendario Gilles; o la aparición en el mapa del colombiano Juan Pablo Montoya, la serie realmente tuvo un impacto en el mapa mundial del automovilismo y terminó por encumbrarse al grado de compararse con la Fórmula 1 por el éxito que tenían sus carreras al ser mas competitivas y menos predecibles.
Adrián Fernández abrió la puerta a más pilotos mexicanos que llegaron en los años siguientes a la categoría como Michel Jourdain Jr., y Mario Domínguez; y también abrió los ojos de marcas patrocinadoras que impulsaron a otros cuantos como los mexicanos Roberto González, Rodolfo Lavín, Luis “el Chapulín” Díaz, aunque sin el éxito que sí lograron los primeros mencionados.
Marcas que también hicieron posible que la serie saliera de Estados Unidos para tener una carrera en el Parque Fundidora de Monterrey, y un año después otra carrera más en el autódromo Hermanos Rodríguez, con la que nuestro país tenia una fecha para abrir y otra para cerrar las temporadas de la entonces ya llamada Champ Car.
Los aficionados mexicanos respondieron con éxito y asistían por miles y miles a las carreras de Champ Car en nuestro país y otras en Estados Unidos para dar seguimiento a nuestros pilotos que ya se habían estabilizado en la categoría y eran competitivos.
En 2003, Mario Domínguez puso de pie al autódromo Hermanos Rodríguez cuando alcanzó el tercer lugar y subió al pódium con aquel precioso auto verde y blanco patrocinado por Herdez con el equipo HVM Racing. El público en las gradas impulsó hasta el podium al piloto mexicano que dio una de sus mejores carreras. Miles salieron también al Ángel de la Independencia en Reforma para festejar aquella hazaña de Super Mario, como sucede con la selección mexicana de futbol.
En los siguientes años la categoría Champ Car vino a menos conforme la IRL tomó fuerza y mas patrocinadores voltearon a ver la categoría que principalmente corría en óvalos. La Champ Car seguía teniendo la carrera en México y en 2007 apostó por el cambio a los Chasises Panoz DP01, aunque con la salida de varios pilotos, la categoría dejó de tener el impacto que había pocos años atrás.
En sus esfuerzos por generar mayor acercamiento con los aficionados, la serie Champ Car creó un concurso durante los fines de semana, de algunas carreras llamadas “Todo está en el acabado”, y que consistía en premiar al auto mas bonito en su diseño de colores.
Se hacía un sorteo entre los aficionados en el que un grupo de suertudos tenían la oportunidad de ser los jueces para calificar el diseño de los autos.
El concurso tenía fines recreativos, pero el equipo que presentaba el diseño más bonito recibía un premio de 20 mil dólares, que no resultaban nada despreciables para la crisis que atravesaba la categoría, aunque en comparación con los gastos de la categoría, quizá les alcanzaba para los chicles.
Quiero contarles que aunque no salí sorteado porque yo iba acreditado como reportero, sí fui invitado por un conocido de la Marca Sherwin Williams para ser parte de ese jurado calificador.
El concurso implicaba que los afortunados jueces entre los cuales me encontraba, teníamos la oportunidad de entrar a cada uno de los pits y ver los autos mas cerca que nadie, ante nuestra minuciosa y seria inspección de cada detalle de los hermosos autos. Se calificaban en una escala del 1 al 10, en 5 categorías que incluían el color, el diseño, la combinación, el brillo y la suma en general. El auto que más puntos hiciera con el acumulado de las calificaciones, se llevaba esos 20 mil dólares.
La participación como jurado del concurso implicaba también el acercamiento con los pilotos, mecánicos y jefes de equipo que se involucraban de buena forma. Recuerdo que el español Oriol Servia, que corría para el equipo Forsythe Racing, fue extremadamente amable al recibirnos en su pit y explicarnos muchos detalles del auto mientras nosotros lo calificábamos. Incluso su actitud rayó en hacernos la barba al regalarnos algunas gorras del equipo para recibir a cambio nuestras mejores calificaciones para su auto. Lamentablemente aquel Forsythe ya no era tan bonito como lo fue en años anteriores, cuando los patrocinaba la marca cigarrera canadiense Player’s de un color azul bastante elegante, de tal forma que los puntajes que le dimos, no fueron suficientes para ganar.
El concurso finalmente lo ganó el auto del francés Nelson Phillipe del equipo Conquest Racing. Un auto azul y blanco con vivos en plateado que lucían bastante bien, aunque a mi parecer no lo suficiente para llevarse esos 20 mil dólares de premio. Mi mejor votación fue para el auto del francés Sebastien Bourdais que lucía una bonita combinación en amarillo y rojo que patrocinaba McDonalds, aunque terminó por imponerse la calificación de todo el grupo.
Aquel año 2007 fue el último de la categoría Champ Car, pues en 2008 apostó por la unificación con la Indy Racing League IRL que no contempló nunca a México en su calendario. Gratamente hoy recuerdo aquel buen momento en el que tuve la oportunidad de estar presente en la última carrera de Champ Car, cumpliendo mi rol como jurado calificador en el diseño de los autos en el fin de una época grandiosa de la categoría estadounidense.
Compártanme sus comentarios en @abullef1.