En 1948, la Asamblea Mundial de la Salud proclamó el 7 de abril como Día Mundial de la Salud. Esta fecha fue elegida en conmemoración a la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y con la necesidad de crear conciencia sobre las enfermedades mortales mundiales y crear hábitos sanos en las personas.
En este panorama de pandemia, el cuidado de la salud es imprescindible, por lo que es vital realizar una campaña educativa conjunta por parte del gobierno, la academia y la industria con respecto al nuevo etiquetado frontal de los empaques de alimentos y bebidas no alcohólicas, para que el consumidor lo entienda y se traduzca en una mejor salud, nutrición y la baja en los índices de obesidad en México, aseguró Héctor Ruiz Espinosa, investigador y coordinador del Colegio de Ingeniería en Alimentos, de la Facultad de Ingeniería Química de la BUAP.
El doctor en Ciencia de los Alimentos señaló que el tema es complejo, e incluso desde la Universidad se han realizado discusiones académicas de cómo abordar correctamente dicha modificación a la Norma Oficial Mexicana 051, puesta en marcha desde el año pasado, pero que se implementará en varias etapas: 2020-2023, 2023-2025 y una tercera fase del año
es degenerativas y asociadas con una mala alimentación”, indicó.
De la misma forma, agregó, si no se hace algo, los costos médicos de tratar el sobrepeso y la obesidad, que se estima prevalece en el 70 por ciento de la población adulta mexicana, son del rango de miles de millones de pesos, lo que impactará negativamente en el sector salud y las finanzas públicas.
Ruiz Espinosa enfatizó que si en este momento se realizara un sondeo entre la población consumidora acerca de qué tanto le entiende al etiquetado frontal y a los sellos que indican que el consumo excesivo del producto es dañino por su alto contenido en calorías, azúcares, grasas saturadas, grasas trans o sodio, seguramente entre 60 y 70 por ciento no tendría una idea muy clara.
Como todo, añadió el doctor Ruiz Espinosa, la nueva normatividad es perfectible y algunas cosas seguramente se tendrán que ir verificando a través de los años. Sin embargo, una estrategia de concientización y educación del consumidor encauzada por el gobierno, el esfuerzo de la industria alimenticia en cambiar sus empaques y reformular sus productos, y la capacitación de los especialistas en las universidades, podrían lograr el cumplimiento del objetivo.
“El éxito de esto va a ser que la gente lo entienda cabalmente. Pese a todo, puede ser la mejor modificación a la Norma Oficial Mexicana, pero si no resulta en una mejora en la alimentación, el objetivo no se va a cumplir”, concluyó.