Volver con pasión a lo cotidiano: una lección desde el aula

La fórmula vital de enseñanza de la maestra Jessica Vázquez López, una Docente BUAP que inspira

“Escucha lo que canta la naturaleza”, le dijo su abuelo, ese observador innato con quien inició todo el amor por los micro y macro mundos, tan diversos, pero que son uno mismo.

– Me decía: “mira, si el gallo canta de esta forma, es que va a llover… y de pronto llovía”.

Así, Jessica Vázquez López supo que estudiaría algo relacionado con el universo material, pues desde niña entendió que “todo lo que nos rodea nos va dando pautas para saber cómo y por qué funciona y cómo se reestablece”.

A pesar de sentirse renuente a ser maestra, de sentir miedo, la vida le daba pequeñas pautas, como su rol en los círculos de estudio que proponía con sus compañeros, pero esto no era una señal muy clara. Años más tarde, el destino le ponía enfrente un examen de oposición para ingresar como docente de Biología a la que fuera su preparatoria, la Benito Juárez de la BUAP. Tras ese azar del destino, confiesa: “Si me volvieran a dar la oportunidad, volvería a elegir ser docente del área biológica”.

Como buena conocedora de ciclos y de procesos da cuenta de una experiencia que como docente describe con detalle, sabe quiénes y cómo son estas generaciones de alumnas y alumnos, todas diversas, para quienes ha encontrado una fórmula y en cada práctica de campo o en el aula la propone: “No despreciar lo cotidiano, eso nos lleva a tener poca pasión por hacer las cosas”.

Sabe que como seres humanos generalmente tenemos una iniciativa por descubrir, pero cuando tenemos algo distinto y poco conocido de frente, damos por sentado muchas cosas, por lo que se suele sentir que es una obligación y así ­lamentablemente – se abandona el interés.

Sin elegir cuál es una de las mayores satisfacciones que ha tenido como docente, Jessica comparte que valora mucho que sus estudiantes trabajen por amor a lo que quieren hacer, en proyectos extracurriculares, pues el ímpetu y energía que tienen las y los chicos se debe aprovechar.

“Para mí la docencia tiene una pauta paralela a lo que es el método, no hay un solo método de enseñanza, es movimiento puro. El ingrediente clave para mí es el aprendizaje, pero el que aprendo de mis estudiantes”.

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Tatuada con el escudo BUAP en el alma, pues como egresada de esta Casa de Estudios en Puebla comenzó en 2012 sus pasos universitarios en la preparatoria Licenciado Benito Juárez García, donde hoy es docente, por lo que hacer una comparación no nos parece vana:

– ¿Qué opinas de las nuevas generaciones, ya que tú fuiste alumna de la escuela en donde ahora impartes clase?

– A diferencia de las de mis tiempos… no, no hay un cambio sustancial, pues las y los adolescentes son creativos, tienen ganas de hacer cosas, son impulsivos, pero… los intereses sí se han modificado.

Pero reconoce un factor externo para el cambio: “La tecnología, eso nos ha abierto un panorama que nos permite el acceso rápido a muchas cosas, pero si no sabemos usarla, si no le damos una dirección más responsable, se vuelve en contra nuestra”.

De ahí que confiesa lo que ha percibido: “Los estudiantes tienen un interés en cosas muy banales. Veo que las nuevas generaciones buscan la prontitud de las cosas. Me preocupan”. Sin embargo, y aclara que no todo es por la actitud de las generaciones de jóvenes, pues sabe que existe una carencia: “creo que no hay mucha atención por parte de los adultos para con ellos, es una generación que crece con la tecnología y no con la atención de sus padres. Más que un problema de generación de los chicos, creo que es de nosotros como adultos”.

Y sí, es probable que la ocupación, la rutina y además en pandemia, sea más sencillo despreciar una charla, un momento para comer en familia, para celebrar, pero qué pasaría si, como nos propone la maestra Jessica Vázquez, volviéramos a lo cotidiano de nuestro día a día y además con una genuina pasión por hacer las cosas, por conocer, por descubrir.

Jessica sabe que ya casi ha transcurrido una década de labor docente, “todavía me falta, pero los planes no terminan en el quehacer docente, pues siempre existe un constante crecimiento”, y así seguirá… creciendo como una bella planta, un fuerte árbol, dando frutos y sombra, conviviendo en un ecosistema que se adaptará para que las especies con las que interactúa realicen la simbiosis perfecta.

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